Muchas gracias a todos los que nos han enviado sus poemas con las palabras prestadas por el poeta neozelandés Jack Ross. Te animamos a que sigas participando en la centésima octava edición que empieza el viernes 19 de mayo del año 2017.
Premio al mejor poema seleccionado por la editorial Cuadernos del Vigía. Enhorabuena a Jöel López Astorkiza quién recibirá el libro
Mirar el fuego de Rocío Arana Caballero de la editorial
Pre-textos
A continuación publicamos los poemas escritos a partir de las palabras prestadas:
gato, agua, árbol, piedra y balcón.
❆ ❆ ❆
Verano
Acabo de instalar un columpio en el árbol que hay detrás de mi casa. No tiene nombre.
Ni siquiera sé si alguien lo va a usar alguna vez. Tenía los materiales y lo hice. Punto.
Noto, sin embargo, la ilusión de la promesa en las caras de la gente que mira el columpio.
Pongo bajo el agua el bote de cristal para quitar la etiqueta. Ojalá fuera tan fácil.
Yo lo intento bajo la ducha todos los días. Unos segundos bajo el chorro y fuera etiquetas.
Pero no. Nunca es tan fácil. Al revés, me da por pensar en la ducha. Y no me sienta bien.
El gato bebe del bote limpio de etiquetas. Seguro que a él le importa un pito.
Mi padre las coleccionaba. Con mimo y paciencia, ablandaba el papel sin romperlo.
Solo se permitía ser delicado con esa artesanía cotidiana. En lo demás era como debía, supongo.
La piedra está vieja pero hace posible una pequeña llama. Como si fuera a ser la última.
Guardo el mechero cuando noto que la vela prende. La coloco con cuidado en la repisa del balcón.
Me siento en un taburete. La corriente que viene de la ventana apaga la llama. Pronto se hará de noche.
❆ ❆ ❆
Cuánto vale una conversación
Cuánto echo en falta, yo,
a mi gato, porque es el único
al que comprendo.
Cuánto duele el corazón,
al mirar desde el balcón,
y no ver más que desolación.
Cuánto sueño despierto,
por el goteo de paso
que deja desfilar el agua de la vida.
Cuántos dichos a desprecio,
se sientan en una losa
de piedra que ya no se mueve.
Cuánto amor en un beso,
bajo el árbol del jardín
allá en un cercano atardecer.
Cuánto quiero lo que digo,
que no cambio palabras.
Cuánto vale una conversación
para no quedarme ciego.
David Sánchez Cruzado
Madrid, España
❆ ❆ ❆
¿Por qué
esta sorpresa
ante la crueldad?
Venimos de aquellos niños
que construían cabañas
entre los árboles;
aquellos que en la fuente
se metían bajo el agua
y surcaban los siete mares
al rescate de los oprimidos;
aquellos que combatían los miedos con abrazos,
que se confiaban los secretos
de balcón a balcón,
de sueño a sueño…
Ésos éramos…
Pero también fuimos
los que llenaban la bolsa de piedras
al tirar al gato al río.
Dudu Fdez.
Villamuriel de Cerrato, España
❆ ❆ ❆
No quiero llorar,
cientos de libélulas buscan mudar sus alas
en mis lágrimas.
Espero tu voz en silencio
y aparto los pájaros con las migas de arroz
que guardé para sembrar en tus zapatos.
No hay balcón que aprese a un gato,
ni piedra que consiga fragmentar el agua.
Hoy no quiero llorar, no voy a pensar la distancia
hasta aquel espigón donde nos amamos desnudos,
eternos peces,
hijos de este templo
donde oramos para suplicar por el húmedo maná
de un beso.
No hay árbol que no baile con la brisa
ni vacío insalvable para el hombre enamorado.
Suso Torriente
Madrid, España
❆ ❆ ❆
‘Albertina’
Texto: Gabriel Merino
Ilustración: Aurora Merino
Madrid, España
❆ ❆ ❆
Desde el balcón avista la ciudad;
en el horizonte, sin brumas, el mar.
En la cocina bulle el agua del té.
Un gato triste atrae su mirada;
de un salto, ha trepado al árbol.
El agua borbotea.
El cielo, encapotado por momentos;
la atmósfera, cargada.
El líquido borbolla inquieto
en la tetera y en el aire.
El gato, como un fantasma, se ovilla;
el agua, cansada, descarga y se vierte.
Caen piedras.
V. Javier Llop
Valencia, España
❆ ❆ ❆
Desde los balcones de mi memoria
observo,
Ya no anidan los vencejos.
Soledad.
Silencio al otro lado.
Desde el estante de mis recuerdos
caen las flores marchitas,
Y el agua de la clepsidra.
Extraño.
Siempre el tiempo.
Como los árboles de hoja caduca
Que apuestan todo a primavera,
apuntalando la sombra del verano.
Divago.
Resucitan, mueren e invierno.
No me queda más opción,
que jugar con el gato de escayola
a piedra, papel o tijera...
Piedra,
piedra,
piedra...
Javier Estevez Vicente
Villamuriel de Cerrato, Palencia, España
❆ ❆ ❆
La tormenta
Del balcón saltaba el gato
huyendo de la tormenta…
Era granizo esa agua
que caía como las piedras.
Por más árbol que buscaba
para escalar, nada encuentra
y se refugia en la casa
del can, montando la fiesta.
Que gato y perro se sabe
no se tragan, ¡se detestan!.
Carmen Barrios Rull
Leganés, Madrid, España
❆ ❆ ❆
Un árbol solo
(… Siempre me gustará más un árbol que un libro)
Manuel Mantero
Un árbol solo
una impresión que eleva
la amplitud de la contienda
con la nada.
Soplan las horas
sobre la estampa pétrea,
como anclada.
Un árbol solo
terco,
no se reclama
hijo del agua.
Se ven sus astillas
dormidas
si miras
desde esa soledad
que sigue al desconsuelo.
Ramas de quebrada estancia
sin gato que las reclame
con soga para el ahorcado
que cuelgue sus penas
sujetas a su pasado.
Lo hieren los días
que evitan
verdores
y nidos —balcones
que añoran
gorjeos que sean
trinos—.
Hay un árbol que te enseña
que solo quedan las piedras.
❆ ❆ ❆
Ella y él
Un balcón adornado con sillas de colores y flores de papel
Espacio intermedio entre libertad y cautiverio
Ella soñando con el sol de verano, el olor del mar y los besos de sal.
Él soñando con cazar, correr, esconderse y maullar a la luna.
Ella sostiene en una mano un vaso con agua, que sabe a vino tinto y en la otra palma una piedra preciosa que late y sangra.
Un disco rayado de Chabela Vargas acompaña sus lágrimas.
Él sentado a su costado comparte su calor, ese calor de ira.
La ira de ella por ser una cautiva mansa del dolor y el recuerdo.
Del recuerdo de amar bajo la sombra de los árboles que danzaban con el viento
La ira de él por quedarse a su lado, callando el llamado salvaje de la calle. Un pago por ser aceptado tal como es, sin miedo a su estigma de mala suerte.
Ambos lado a lado, humana y felino no se atreven a salir al balcón. Detrás de las puertas de vidrio, todo seguirá igual, estarán seguros.
De pronto, el cielo sopla fuerte y la salida está marcada.
Ella da dos pasos y antes de seguir, coge a su gato negro de ojos amarillo fuego para sentir una vez más su ronroneo musical. Compañero de copas.
Cierra los ojos, sonríe y decide soltar. Ella pertenece ahí, él pertenece al mundo.
Cierra la puerta de cristal y se esconde para siempre.
El gato negro salta a la libertad a buscar buena suerte.
Marilyn Lavado
Paris
❆ ❆ ❆
LAMENTO
Zafio lamento el que a veces presto
A mi corazón a modo de tormento
Pensamientos míos que como piedra
Caída a modo de agua en la tormenta
Lastiman aún más si cabe tu dulce canto.
Canto agrio salido de tus bellos labios,
Balcón por el que suspiran mis ojos
Árbol tu cuerpo sobre el que trepo
En mis sueños como aquel lejano gato
Hoy león enfurecido en tu tormenta.
A la espera de mi muerte apostado
Veo pasar de continuo tus palabras
Como sombra que araña mis deseos
Consumidos en la oscuridad de mi despecho
Tristes recuerdos de mi postrero anhelo.
Hoy ya sé que te he perdido.
José María García Ocaña
Córdoba, España
❆ ❆ ❆
El gato, muy pequeñito,
ha tenido la osadía
de querer subir al árbol
y bajarse no podía.
Mi sobrino que lo vio,
presto lo bajó al suelo,
lo cogió entre sus manos
y a casa se lo llevó.
Todos celebran contentos
los maullidos del minino,
que lame, con gran empeño
la leche que hay en un cuenco.
Con sus garras de felino
se aferra y toma consigo
todo lo que arañar pueda.
Si pretendes asustarle,
échale un poquito de agua
sobre su lomo y espalda,
pero es tan "graciosillo",
que sin dudarlo, ya verás
como te lanza un bufido.
Para mantenerle limpio,
han preparado una caja,
donde, además de comida,
con piedras muy pequeñitas
y con una blanda paja
improvisan una cama.
Tiene unos bonitos ojos
una piel sana y cuidada;
cuando se asoma al balcón,
curiosea, sin salirse,
lo que por la calle pasa.
Es muy bueno este "juguete"
que por suerte ha vivido
rodeado del cariño
de grandes y de los niños.
Hortensia Ayuso Oliva
Torremocha de Jarama, Madrid, España
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PERICO
En el pueblo, al gato, le llamaban Perico
pues solo el niño Pedro podía acariciarlo.
Allí reinaba un gran árbol sobre la masía
de rústica piedra y ventanas de madera.
El único vidrio que allí conocía Perico
era el reflejo del agua en los charcos.
Su única relación con algo doméstico
eran sus paseos con Pedro por el balcón.
Apresaron una triste tarde al gato Perico
y en una caja de Pedro le encerraron.
Viajaron el niño y su gato a la ciudad
llena de agresivo olor a bicho muerto.
En la ciudad, al gato, le llamaban minino
pues había que encerrarlo si había visita.
Allí reinaba un cielo de antenas sin árbol
color piedra tras ventanas de la fría nada.
Lamía a diario el frío vidrio el gato Perico
tratando de beber el agua de ácidas lluvias.
Su única relación con algo vivo y natural
era Pedro tumbado frente a la televisión.
Mataron una triste tarde al gato Perico
y en una caja de Pedro le enterraron.
Viaja en vacaciones el niño al pueblo
lleno de recuerdos de su gato aun vivo.
❆ ❆ ❆
El gato blanco
sube el árbol
cuando una gota
de agua
lo congela
sacudiéndose
salen los diamantes
por flores
que caen
en las piedras
del camino
iluminando
mi balcón.
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Como el gato viejo
que olisquea a los pies del árbol del tiempo,
sin saber,
que ya ha quemado seis vidas y media,
ando perdido,
recogiendo las piedras que me tiras
desde el balcón de tu indiferencia.
Te imagino mía,
en la soledad íntima,
donde mi mano me da lo que tú me niegas,
y corre un río inútil de esperanzas vacuas
que van mortificando mis anhelos,
soy un pobre diablo que
entre sábanas negras se desahoga,
esperando beber algún día
el agua salada de tu fuente virginal, ¿o no?
que más da, mientras pueda saciar mi sed.
Manuel Díaz García
Gáldar, Las Palmas, España
❆ ❆ ❆
IMAGINARIO
El agua es un camaleón,
su color, puro reflejo,
del universo, el espejo
donde las cosas se miran.
La montaña es el balcón,
de la inmensidad del mundo,
el latido más rotundo,
corazón en la tormenta.
Cada árbol, un pulmón,
abrazado por la hiedra,
escultor, junto a la piedra,
de las luces y las sombras.
Las estrellas, brasas son,
como los ojos de un gato,
de la noche, el más sensato,
lazarillo de la tierra.
Carmen Hernández Montalbán
Guadix, Granada, España
❆ ❆ ❆
una rana en el estanque
dormita al sol de mayo
sobre las ondas del agua
ríen los árboles
un gato silencioso como una nube cruza
la hierba
ojos verdes
piedras de jaspe azteca
asomados al balcón del acecho
entrecierra los ojos
la pequeña pantera de sombra gris
es mediodía
duerme
Pon
San Isidro, Alicante, España
❆ ❆ ❆
Piedra y silencio.
Tu nombre, impronunciable.
Asomada a tus ojos,
balcones abiertos
a precipicios de cal y agua,
acompaso mis sueños
a tu presencia.
Como un gato
inexperto
retenido por el miedo
en las alturas
de un árbol,
mis pensamientos se quedan
atrapados en ti.
Francisca Prieto Martínez
Cehegín, Murcia, España
❆ ❆ ❆
Te acuerdas, querido mío
cuando el gato que jugaba
en ese balcón amigo
bebiendo agua del río
y mirándonos despacio
cuando yo aún te quería.
Recuerdas, cuando curaba
con mis manos, bien heladas
la frente bien niquelada
maltratada por la piedra
que te lanzaron con fuerza.
Allí, justo, fue el momento
en que yo más te quería
mas luego, dejé de hacerlo
y el gato me sonreía.
❆ ❆ ❆
Hoy he visto un gato negro
semiescondido detrás de un árbol
chamuscado por el odio.
Le he tirado una bomba de agua
como esos globitos que llenan los niños
embriagados por la rabia.
Debería haberle arrojado una piedra
grande dura afilada
para hundirle los sesos
romperle el cráneo en mil trocitos
de estaño.
Ay qué daño.
Y después, consumar su venganza
arrojándome por el balcón
hasta que mi cuerpo reventase
rebotando en los alféizares
de todas las ventanas.
Imagínate una caída infinita
la agonía de saberse muerto
en el aire
no hay lugar para ti en la tierra.
Un gato me ha mirado.
❆ ❆ ❆
Rayuela
¿Cielo y tierra?
Tiré la piedra
Nada ocurrió
Quise avanzar
Sin las reglas del juego
Puertas, ventanas
Fronteras y verjas…
Mi balcón es otro
Se abre a un mundo
Hermoso
Odioso
El gato que vive conmigo
Me abre los ojos
Esconde la piedra
Su mirada profunda
Me indica el camino
Ni cielo ni tierra
Yo no trepo al árbol del jardín
El agua de lluvia nunca me toca
Nuestro balcón me deja ver
Lo que puede ser
Lo que tal vez será…
Yolanda Carreras
Madrid, España
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El gato
(Ecos de O. Girondo)
Desde un balcón otea,
piedra, ferrata, rama,
el verde de la rama
de un árbol. Se menea
y columpia; se recrea,
vacile de retama,
un canario de llama
o un petirrojo tea.
Fija la pieza el gato.
El pájaro se baja
al agua de un regato,
y en un salto felino
va y se… volatiliza
la gesta del minino.
Su sino:
la búsqueda de chance
que vuele en ese trance.
Pedro Bernal
Madrid, España
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QUISIERA SER
Quisiera ser piedra para no sentir
esta angustia que me ahoga.
Nadie me dijo que por amor también se sufre.
Se lo conté a mi gato
y él se acurrucó a mi lado para consolarme.
Quisiera ser agua y fluir sin sobresaltos.
No estoy para cascadas.
Voy a dejarme llevar, abandonada a la corriente.
Ahora mismo,
solo me entiende el mar.
Quisiera ser árbol y sentirme
fuerte y robusta ante las adversidades.
Llover mis hojas en otoño
y quedarme desnuda ante ti,
ya no siento el frío en la piel. He dejado de ser hielo.
Quisiera ser algo, pero aquí estoy
apoyada en la baranda de mi balcón, paralizada,
mirando al infinito, esperando de nuevo
tu llamada que me recuerda lo lejos que estamos
y lo complicado que es todo.
María Carvajal
Cáceres, España
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Diferencias
Recuerdo esta tarde, padre,
acodado al balcón que asoma a ese mundo ancho,
aquellos días de zoológico,
cuando era otoño y los árboles
cubrían los charcos de agua
que entre risas y retos jugábamos a pisar.
Disfrutábamos con inocencia del cautiverio infame.
La frescura de entonces no conocía de culpas
y la imaginación igualaba
la salida dominguera
con la gesta de los héroes
que vencían elefantes y leones
en los libros de aventuras.
La tarde pertenecía
a la fascinación y el asombro,
a los pasos ágiles y elegantes de los gatos
que poblaban el Jardín Botánico.
Y hoy me pregunto, padre:
¿qué nos separa de ellos?
quizás el convencernos
que ya no somos salvajes;
que abandonamos por milenios la edad de piedra;
que podemos explicar cada crimen
con bonitas palabras
y hacer razonable la mentira y la tortura.
Tal vez nos haga superiores
la simple maravilla de la explosión hormonal
esa que, civilizadamente, denominamos amor.
Rubén Sacchi
Lanús, Buenos Aires, Argentina
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HAIKU PARA MIS HIJOS
Balcón de cuento:
gato y piedra escuchan
cantar al árbol.
Karlos Linazasoro
Tolosa, Gipuzkoa
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Recorro el resplandor
de una bandada de pájaros,
bautizo ecos en la matriz del árbol,
descansan en mi boca las estrellas
y se cuelgan de mi brazo.
En una caricia hermano
el silencio de la piedra y
los cascabeles del agua,
la tierra rancia
y cosechas de manzanas.
Soy viento
que baila con los gatos.
Deshojo los balcones de citas olvidadas,
colmo de aromas
el cuerpo de tu infancia.
Soy viento.
Abro todas las jaulas.
Keka Conesa
Sevilla, España
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El gato al agua
Había un árbol que daba sombra
al final del callejón. Lo cortaron
cuando la abuela era joven.
Los otros se quejaron, raíces, hojas, mosquitos.
Lo cortaron con hachas.
Luego, cuando la abuela era vieja y yo niño
levantaron un muro de piedra para tapar el callejón.
Los otros se quejaron, los de casitas con jardincillo,
niños de uniforme, autos que robar.
El muro no sería tan alto, dijo la abuela
cuando ya no podía ver que su balcón daba al muro, y no había luz.
Cuando llueve, el agua que busca su camino
horada las raíces del muro,
inunda el callejón, y los otros se quejan
por no poder llevarse el gato al agua.
Guille Blanc
Granada, España
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La noche me mira con sus ojos de gata,
Me besa con sus besos de agua.
Un árbol bosteza,
Estira sus ramas,
Acaricia el balcón
Dónde sueño un poema.
La Luna,
Piedra preciosa,
Rompe mi silencio.
Eduardo Benítez Romero
Madrid, España
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