Muchas gracias a todos los que nos han enviado sus poemas con las palabras prestadas por la poeta neozelandesa Tayi Tibble. Te animamos a que sigas participando en la nonagésima cuarta edición que empieza el viernes 25 de marzo del año 2016.
Premio al mejor poema seleccionado por la editorial Cuadernos del Vigía. Enhorabuena a Isabel Blanco Ollero quién recibirá el libro
La soledad sonora de Emily Dickinson de la editorial
Pre-textos
A continuación publicamos los poemas escritos a partir de las palabras prestadas:
garganta, cielo, cloro, florecer y ciudad.
❆ ❆ ❆
MI NOMBRE ES SALWAH
Es posible que se acerque el mediodía
y que yo ni siquiera contemple la tarde.
Me acunan todas las madres antiguas,
me aguardan las absoluciones del tiempo.
Mi nombre es Salwah.
Como en un carnaval en el centro de un bosque
nos ordenan por números disfrazados
y máscaras entrecortadas, ávidas de cielo,
de una sancionada verdad en las cumbres internacionales.
Pero todo es mentira, cloro de ciudad
donde la noche es metralla que desviste
infancias y el cuerpo más níveo de la esperanza.
Pero, dime, dónde la luz y el milagro de las madreselvas,
me puedes decir dónde la parábola
que sostenía tu boca y tu pluma firmando acuerdos
y tareas salvadoras. Dónde acampáis, en qué susurro, en qué garganta
ocultáis el manifiesto de vuestros dioses parlantes.
Y te digo, mi nombre es Salwah.
Yo sigo cerca del polvo, a la sombra de los mares
que no reconocen a sus ancestros. Mares de engañosas ubres
para con niños leves. Niños pájaros, niñas niebla,
niños agua.
Y yo habito junto a las vías de un tren derrotado,
junto a la herencia sin alma de la vacuidad. La misma
que florece de vergüenza en las reglas
de todas vuestras naciones.
Mi nombre es Salwah. De esto hace ya tres años
y el color que nos incendia a los desplazados
ya no anhela más patria que aquella
que
amorama el enemigo.
Dónde la parábola que sostenía tu boca y tu pluma.
Isabel Blanco Ollero
Pamplona, España
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Asesino en serie
Bateman limpia, cuidadoso, con cloro y lejía
los restos de sangre en la moqueta color camel
después de haber segado con la sierra mecánica
la garganta de un ejecutivo de multinacional
mientras sonaba un tema
de Huey Lewis & the News.
Mientras se deshace de los guantes de látex y la bata blanca
en un contenedor,
florecen sus orquídeas tropicales
y despunta, un día más, un sol tímido en el cielo
de la ciudad de Nueva York.
Gabriel Merino
Madrid, España
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El cielo se puso a temblar ante la llegada de la noche.
Se encendieron de repente las farolas, y los árboles,
en la lejanía, parecían sombras recortadas.
Se sentó el aire a descansar y yo, sólo, en la ciudad,
con un regusto a cloro en la garganta
me puse a pensar en ti. Las nubes, alargando los brazos
se desperezaban cerca de la luna blanca mientras
mis pensamientos florecían negros como el alquitrán.
❆ ❆ ❆
Una gota de agua
En un cielo que es mi espejo
una gota de agua llega como
cloro de la nada, dando una flor
que tenia un sabor a canela
que aun siento en mi garganta
que me hace ser una sirena
que canta la voz de las olas
donde florecen margaritas
que tapan una ciudad que sube
como castillo del lago
donde sale el sol que me tatúa
con lindas escamas.
Y el cielo me toca
con su guía que
guardo en mis manos.
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DIAS CRUDOS
Neón y dígitos montan guardia
en las aceras,
Mientras florece un cielo
de nubes grises,
en una ciudad que anida cloro
en la garganta.
Se avecina un alba disecada,
una cárcel de hormigón
se pone en marcha.
Carmen Hernández Montalbán
Guadix, Granada, España
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Tu bosque / Your wood
No os engañéis
estas tres palabras fueron
las más importantes que me dijeron :
DÉBIL
REPERCUSIÓN
MIERDA
en toda mi vida.
Yo sé que tú quieres que diga otras,
quizá sólo una
maybe five,
y lo mismo me salen ahora
que escucho pop extranjero.
De la garganta de mi madre
primero fue del coño
no surgió ningún cielo
que mereciera
que yo pudiese quererla.
Sus reproches quemaban como el cloro
después de un día felíz
en la piscina de tu amiga
la del bañador amarillo
aunque su rencor no iba contra mí
pero sentía que de alguna manera
yo tendría que resolverlo.
No quiero contar,
de ninguna manera,
que en este puto marzo
me cago en este tiempo hideputa
florecen los mejores almendros
no quiero narrar
cómo me gusta perderme
por las calles más sucias de la ciudad
porque odio your fuckin' words
yo yo yo
quiero hablar como un jodido adolescente americano
egoísta
egocéntrico
intrínseco y sabio
ahora que no puedo permitírmelo
que soy un puto viajero del tiempo
que podría ser tu padre
un tipo conflictivo
que se da a la bebida
y que vive solitario
en tu bosque.
Juan M. Santiago León
Arganda del Rey, Madrid, España
❆ ❆ ❆
Cuchillas en la garganta
de gritar una plegaria inservible.
Si ni siquiera salen
las palabras del cielo
de tu boca.
Cómo va a florecer nada
en esta ciudad desolada
si la lluvia trae el cloro
que mata la más fuerte
de las semillas.
jorge m molinero
La Rondilla, España
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Espejada
tu mirada me regocija,
me sobrepone de la tristeza infinita
y en pleno otoño
me hace florecer
como el capullo en flor
renazco
abrazando el cielo azul
aún con acordes ocres
No obstante, mi garganta rumia tu nombre
a cada paso,
sonámbula, por las aceras de la ciudad
en las cuales corre el agua de lluvia,
oxidada por tanto cloro derramado
—Eso dicen las malas lenguas—
Yo sólo creo en tu mirada,
nada más
❆ ❆ ❆
SE ABRIERON LOS CIELOS
Se abrieron los cielos
y una suave y persistente lluvia
de agua pura sin cloro empapaba los cementos de las calles
y edificios de la gran ciudad.
Con generosa mano pudo lograr que el amor floreciera
en los hombres y mujeres, en el aire y en la brisa.
Se abrieron los cielos
y lo cordial cerró el paso a la insolencia.
Y las gargantas -ya afinadas- entonaron un himno silencioso
de comprensión y gratitud; un propósito interno
de igualdad fraterna sellado en sus corazones.
Jose Mª Saro y Bernaldo de Quirós
Majadahonda, Madrid, España
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PROCESIONES
Eres a mi recuerdo pegajoso inmóvil tan herido de amores viejos
Aunque esto es una ocurrencia vaga atravesada en mi garganta
casi tonta que desaparece en la tibieza de una siesta helada entre andrajos dejados por tu música
Afuera en la ciudad como recordarte entre muslos combatiendo vaginas espasmódicas reptiles de cama
en ahítos insomnios una mujer triste depositando promesas falsas por residuos de cisternas un cloro despellejando
paisajes convulsivos gallos sepultados después de apuestas cangrejos reduciendo cuerdas de violines esos peces
del caño que parecen parodiar un florecer de excrementos.
La procesión va por dentro un dolor denso que vaga sin pretender naufragar parecido a laceraciones
de oxidados sables plumas desprendidas y es que todo parece ir cayendo mientras me llega el sonido acuoso
de una t.v. encendida quizá el dueño del bar donde acontecen tragedias de picos de botellas
Aquí suceden cosas los muertos quieren les escriba su epitafio
es como seguir rodando e ir a los entierros son tantos al año
Es que ellos creen me ando viva me ven en las mañanas cerca de la cinco trepada en la aurora
mi postura yoga profunda meditando cinco vocablos adversos y como una palma balanceándome
Entre mis fisuras tan poca carne obediente a esa mi costumbre de cenizas.
María Elena Aldana Solano
Cartagena de Indias, Colombia
❆ ❆ ❆
La inspiración que nos llega,
en el pueblo o en la ciudad,
hace que nuestra garganta
exprese de forma clara
nuestra manera sencilla
y, es que, al brotar un cantar,
si es salido desde el alma,
si es entonado y sincero,
las notas que nuestra boca
desgranan con tanto esmero,
hace que asciendan al cielo
y nos hagan suspirar.
Para mantener la forma
las cuerdas bien mantenidas,
hay que saberlas templar,
porque, la voz educada,
hacen al hombre y la mujer
un Ser especial y vivo,
sensible, amable, amigo,
que le permite florecer
lo mejor que lleva dentro
y que nos hace crecer.....
Para poder entonarlas
y, sin recurrir al cloro,
si es preciso, y en conjunto,
cantemos también a coro.
Brindemos por nuestra vida
sin complejos ni artificio,
que, para estar alegres,
sólo basta proponerlo,
y permanecer unidos.
Hortensia Ayuso Oliva
Torremocha de Jarama, Madrid, España
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Aprendiz de mundos
Le gusta al aprendiz de poeta
construir mundos en el cielo.
Copias de trágicos poemas
que hablen de amorosos hechos.
Quiere seguir el curso de sus ríos
por suaves valles y frías gargantas.
Beber allí el agua libre del cloro
cuyo sabor acaba con la vida misma.
Como el amor que da tanta vida
cuando en primavera florece.
Y tanto mata en la ciudad artificial
cuando en otoño desaparece.
Julio Alcalá
Castellón, España
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Calor pegajoso
Tengo la garganta seca
por el calor pegajoso,
no hay ciudad que lo soporte
el verano es un engorro.
Miro al cielo y solo veo
la calima del sofoco,
nubes densas que debieran
derramar aguas a chorro.
Sin carbonatos ni cloros
humedades en los rastrojos,
harían florecer jardines
que refrescarían a todos.
Carmen Barrios Rull
Madrid, España
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"Paso a paso…"
Mi primer recuerdo es de un río
Mezcla de dos aguas
Dulce y salobre
Y de ahogo
De un extraño olor a podrido
Mi ciudad es cualquier parte
Mi país ninguno
El cielo brumoso y prohibido
Y el infierno tan cerca que se toca
A las cuatro de la tarde dice el poema
A las cuatro
A esa hora sin fecha alguna
Me canso de ver florecer el día
Palmo a palmo, este día…
Ése y éste
No grito basta por no poder
La garganta la perdí cantando jondo
El día se hace día; día tras día
La noche, sin embargo, es pecado
Duerme la noche y deja que te asfixie el cloro
Y jamás será tu amanecer
Y las bajuras del infierno te acogerán con piedad infinita…
Marian Orruño
Bilbao, Vizcaya
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Si escucho tu voz veo esa
tierra donde florecer es posible,
donde el cloro se pierde en mi
garganta y el cielo se viste de verde.
Así son tus ojos a través de los que yo miro,
ésos que ya no tengo cerca.
Los que me miraron para construirme un día,
como una ciudad perdida.
Chelo Medina
Madrid, España
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Escozor del alma
Al tiempo que la ciudad mundana se enmudece,
el cielo límpido da paso a la noche oscura.
Las palabras permanecen en mi garganta, exiguas,
sin que pueda hacer que broten cual torrente.
La tristeza malsana junto a mí permanece,
lo que ayer era luz, se ha vuelto ahora negrura.
Las alegrías de hace poco, ya parecen antiguas,
sin tu presencia en mi vida, ninguna cosa florece.
Tu recuerdo jamás se desvanece,
pero tu ausencia, escoce el alma como el cloro.
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Cloro azul aquel cielo como agua urbanizada
mientras atenazan la garganta dos palabras
que el asfalto permitió a pesar de que
toda la ciudad al fin florecía
Teresa de Paz
Madrid, España
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Telediario
Aquí,
dentro de estas paredes,
con esta ducha, la comida necesaria,
los pasos precisos, el cloro de la ciudad,
la garganta convulsa de lo repleto,
vuestro grito es estricta hemorragia.
Aquí,
la queja es costumbre,
los vacíos nuestros alfabetos,
lo afilado de nuestra indolencia,
las nodrizas resecas de nuestros cielos.
Las alambradas, nuestras propias sombras
y el quejido no mengua.
Nos duele el espíritu,
la noche es un reto
el día una escalera.
Y vosotros.
Vosotros amanecéis sin suelo.
Los ojos de los niños nunca mienten
entre tanta flor de espuma.
Asilo,
solo una tierra para florecer.
Asilo,
para olvidar de la guerra su rumor bastardo.
Os vemos,
el holocausto entre Grecia y Macedonia,
en el invierno del desastre.
Europa ya no sabe
ni por perra ni por vieja.
Y rogamos a dioses y gobiernos
hagan algo,
-hacer nuestro el sufrimiento
es remover los rescoldos del infierno-
Idomeni, Lesbos,
el río entre los apátridas.
Los huesos, los calados huesos,
los pies y el barro.
Ese telediario de las tres
que nunca nos deja comer en paz.
Pilar Gorricho
Logroño, La Rioja, España
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Poema sin ti
Porque te amo
no te escribo un poema
que te condene a un fragmentado existir.
Te quiero libre, completo,
en todas tus edades
y me faltan vida y destreza para juntar versos
que se aproximen tan solo
al primer cielo dichoso del encuentro.
Sin ti, el cielo huele a desamparo,
a cloro que atraviesa mi garganta sin porvenir.
Huele a orfandad de ciudad
mutilada por fatigados pasos.
Pero si sonríes,
si apenas sonríes,
el moho ya no existe.
Rehaces con tu boca
la orilla incesante de las calles
y florecen jilgueros y estrellas
a los pies de la vega.
Porque te amo
no puedo escribir solo un poema sobre ti,
cuando veo el universo ceñido en tu cuerpo
forjado de estaciones o cuando tus abrazos,
como melocotones tiernos,
penetran golosamente hasta mi médula.
Contigo, atrincherado el pudor,
mis senos parvos lucen con fe de bienvenida
y en la luna sin invierno de tus gestos
soy un halo que se estremece
con el latido de un arpegio.
Porque te amo
alcanzo solo a escribir:
al fin nos encontramos,
póstumos.
Al fin con los ojos abiertos.
Keka Conesa
Sevilla, España
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Puede florecer un campo
Puede florecer en la ciudad un campo
de plena nulidad.
Enigmáticos fondos de asfalto ennegrecen
inquietudes escindidas.
Columnas de bloques con su atrezo de ventanas con cortinas
y de patios de luces escondidas elevan
hasta el cielo nuestra ira.
Es el grito que se alza y que se estira
Escucha el ruido de esos gritos en gargantas
que antes fueron polvorientas, hermanas de las grietas.
Escucha el canto de las máquinas que agitan el sonido prorrumpido
que repiquetea hiriendo el aire del vacío.
Ni siquiera el cloro de la asepsia aclarará la estancia.
Puede florecer un fondo de campo allá en la urbe
y puede sospecharse un toque humano en todo trato.
Ni el uno huele a campo ni el otro puede tanto.
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LA VOZ ROTA
a Juan Carlos Alda
libertario, poeta, cantaor
Noche de cante.
Acorde de guitarra.
Temblor del ruedo.
Cloro y absenta.
Garganta la ciudad;
florece el cielo…
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Nitrógeno esparcido por las calles.
En las últimas casas, gorriones perdidos contra el cielo
engullen la comida envenenada en sus nidos de polluelos muertos;
inertes soplos de plumas apagadas.
No hay aire limpio bajo los tejados.
Queman las garganta de los gorriones, ácidas de cloro y amoniaco
que beben del río que los mata, fango que se desliza por inercia.
Sólo sobreviven las gaviotas hundidas sin mar y sin oleaje
flotando sobre el lodo y la corriente,
buscando espuma de sal en el asfalto.
Esta ciudad no florece de golondrinas ni de petirrojos asustados,
florece de cloro corrosivo, de brasa de asfalto y de columpios,
pobres imitaciones de árboles y piedras.
No florece de niños ni de novias ni florece de alegres comuniones,
de gorriones pequeños, chillidos de gaviotas blanquigrises.
Florece de sulfúrico y anhídrido, de perclórico,
peróxido y gasóleo.
Florece de veneno, y los gorriones
de las últimas casas
ya no saben qué dar de comer a sus polluelos muertos.
Pon
Madrid, España
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El nivel de riesgo era cero
al menos para ti,
tenías tu mundo
tu ciudad, tu inocencia
debajo de aquel cielo
en ese desconocimiento sano
de la niñez.
Tardes de domingo con helado
miradas con el verbo sonreír
Y ahora que lo ves de lejos
en la distancia del tiempo
florecen los recuerdos
Y un nudo en la garganta
te lleva sin cesar
a esa gente que ya no está
que se fue sin tú quererlo
como ese cloro que bucea
en las aguas incoloras
igual que un tesoro escondido
Maribel Moratilla
Zaragoza, España
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