Muchas gracias a todos los que nos han enviado sus poemas con las palabras prestadas por el público en la presentación del 1º libro de Palabras Prestadas en la Imprenta Municipal, Madrid. Te animamos a que sigas participando en la trigésima octava edición que empieza el viernes 28 de junio del año 2013.
Premio al mejor poema seleccionado por la editorial Cuadernos del Vigía. Enhorabuena a Julián Rondón-Carvajal quién recibirá un libro de la editorial.
A continuación publicamos los poemas escritos a partir de las palabras prestadas:
rutina, recordáis, tropical, talismán y serenata.
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Café Andrómeda
¿Recordáis las plantas de tus diminutos pies
erigirse por sobre mis plácidas mejillas de hielo?
¡Cuánto furor tropical aplicado a tan funesta rutina!
En mis días de librero,
fuiste tú mi talismán,
el ruido de las cosas al caer,
la canción de la cuna de mis años.
Desde luego,
siempre el mismo café,
en el mismo lugar,
entre el mismo paisaje.
Una serenata resonante
acrecienta el suave callar
de tus sonidos prohibidos:
del númen desolado de esta canción,
eres tú la palabra perfecta.
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Músico ambulante
De vuelta al paraíso tropical recuerdas la rutina
que día a día ejercías en aquel país lejano
brindando tu música a los transeúntes
serenata desgarrada para sobrevivir.
Ante el espacio, ahora vacío por tu deserción
cierro los ojos y creo escuchar los acordes de guitarra
y el canto………… fiel talismán de otra tierra.
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Plaza Mayor de Madrid, 2006. Foto: C. Lafuente |
Carmen Lafuente
Madrid, España
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Mirando a Gauguin
al borde del cuadro recordaba
que el tiempo fue necesario
para esa ruptura absoluta
de deseos, de arte, de búsqueda,
de siempre pinceles
a guisa de talismán
¿de dónde venimos?
entre niños abrazados,
entre la euforia o depresión,
en busca de ese viaje
en aquella rutina insatisfecha
para huir de lo artificial,
de serenatas, de murgas,
de uno mismo
¿quiénes somos?
aun sufriendo o surgiendo
de aquel deseo de viajar
a lo desconocido
a lo indígena, a lo natural,
a aquel entorno tropical
de la fuerza, del color,
de esa mujer nativa,
de la vida
¿a dónde vamos?
a abrazar los sueños,
la expresión,
el color, la forma
su sensibilidad
aquel todo indispensable
para hacer poesía
en el lienzo
siempre,
poesía.
Maribel Moratilla
Zaragoza, España
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Barcos anclados en la bahía
cruces de vivo camposanto
cuando la mar palpita
serenata de campanas
que solas repican
recuerdo que he de levar.
El horizonte no es una línea
suelto amarras y rutinas
me perderé para encontrar
un cálido mar tropical
jardines rojos de coral
mi corriente y mi talismán
Xisca Minart
Palma de Mallorca
❆ ❆ ❆
Y llegar de nuevo a un remoto lugar.
En cultivar la rutina hallo al fin la pertenencia,
y a la sazón la angustia, que sofoca cual calor tropical.
Me agarraré a ti, talismán de mis horas bajas.
En mi soledad diurna resonará en mi cabeza esa tuya serenata
de propiedades mágicas,
que me empuja.
¡Recórcholis! Aquí sigo, y aquí tú sigues
donde te dejé,
dormida,
junto a mí.
Amado Peiró Espí
Madrid, España
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El testamento en Harar
Ya no es tiempo de barcos ebrios ni vocales de colores:
Arthur agoniza –casi amputado- en un jergón etíope
horrible y demacrado bajo la canícula tropical.
No es tiempo –ya- de serenatas parisinas, ni de vahos de ajenjo
ni de recordar que a los diecisiete años
-plenitud de la hermosura- no se podía ser poeta.
Ya no es el mismo tiempo en que era una rutina
invertir periódicas temporadas en el infierno.
Agarra un papel con mano trémula
como si fuera, al fín, su último talismán
y, tras un paréntesis eterno sin haber compuesto rima
compone febril el testamento
con más miedos, dioses y deudas que –ya- iluminaciones:
“Un lote: un colmillo sólo
Un lote: dos colmillos.
Un lote: tres colmillos.
Un lote: cuatro colmillos.
Un lote: dos colmillos...”
No. No queda tiempo.
Ya está aquí el tiempo de los asesinos
en que sólo le salen ya albaranes, y
rompe en mil pedazos –moribundo- el papel.
Ni siquiera, en la miriada de confetis que se lleva el tiempo
por el cielo de Harar, sobrevive una frase.
La poesía es sólo un juego
o quizá fue el juego de la alegría
de vivir…
Quizá fue la vida.
Gabriel Merino
Madrid, España
❆ ❆ ❆
Levantó la serenata
el aguacero tropical,
me recuerdan las pisadas
por donde he de regresar.
Perdí el talismán,
me abandonó la rutina,
¿Qué me queda ya?
Juliana Mallén Matarranz
España
❆ ❆ ❆
Un día, me fui lejos.
Yo, al revés que muchos, dejé atrás un paraíso.
Quería pasiones más terrenales,
rutina de besos,
prisión, a veces, de aburrimiento.
Busqué brazos fríos, ardientes, vacíos, llenos.
Y de talismán en ese viaje, llevé tu recuerdo.
Vagué descalza, torpe y me hice hielo.
Mi llanto en la noche era serenata de muertos.
Vagué por calles, callejuelas, por tristes lugares,
deseando olores tropicales, pero todo olía a bares,
a bares de sueños rotos, podridos.
¡¿Recordáis acaso cómo se ama?!
Gritaba y desesperaba.
Nadie respondía.
Preguntaba cada vez más triste,
a un vacío de besos, gente sin gente,
paraíso perverso.
Tuve miedo de no regresar.
Tan sólo había probado la huida,
con la única intención, eso sí, algo suicida
de vivir un tiempo sin ti.
De saber cómo se sentía eso de no sentir,
con las ganas de volver y quererte, quererte más.
Y aterrada miraba tus manos
que cada vez más lejos estaban,
gritando ¿dónde vas?.
Y yo, sumida en tanta oscuridad
me bloqueaba y temblando, te miraba.
Te dejaba atrás…cada vez más atrás.
El miedo atrapa, pensé antes de perderte.
El infierno está cerca y con no quererte nunca debí jugar.
Porque hay juegos que enloquecen.
Porque hay amores, que jugar con ellos no merecen.
Romina Martín Martín
Madrid, España
❆ ❆ ❆
Bolero.
Sigo mi rutina en cada día que te recuerdo amor,
y soy la ausencia de los besos que te pude dar.
La noche me trae el aroma de algún país tropical, lejano,
ardiente como tu mirada,
al odiarme, al amarme,
al tenerme que perdonar.
Tus lágrimas son un talismán para el tiempo
y tu voz es serenata con la misma letra y el mismo compás.
Sigo mi rutina en cada día que te recuerdo amor,
y seré la ausencia de los besos que te pude dar.
Rosa María Martín Fernández
Palma de Mallorca
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Rutina
Rutina que me
envuelve en un
talismán
de piedras preciosas
como tesoro escondido
de la tierra, que me da
un suspiro
tropical con la
palma
que alegre
canta, moviendo
sus ramas
mientras suena
la serenata
al compás
de la poesía
que me rodea.
Con las aguas
salinas que me
llaman al mar
donde se sumerge
mi sirena
que baila en medio
de la brisa
que ilumina
su aleta.
Martha del Pilar
Italia
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Casi nada
No recuerdo casi nada
ni esos ojos con legañas
ni esa muñeca rota
ni siquiera
el horizonte de esa playa tropical
impresa en una postal amarillenta.
No recuerdo casi nada.
Mis días pasan pesados
plomizos y lentos
como ese reloj de arena
que nunca acaba de vaciarse.
Y yo espero la noche en el día
y el día en la noche.
Así día tras día
buscando una dulce rutina
que no llega nunca
que quedó estampada
en los confines de una infancia lejana
una juventud temprana
una vejez prematura.
Algún amanecer que otro
me despierta una serenata
una tenue melodía
que se cuela poco a poco
en mi alma cansada de vivir
y me invaden de sensaciones nuevas.
En esos amaneceres, que no son muchos
busco un talismán
que me ayude a acariciar las nubes
para poder limpiar mis ojos
para jugar de nuevo
para visitar aquella playa
con la que soñaba
cuando mis días eran días
y mis noches eran noches
cuando yo me acordaba de vivir.
❆ ❆ ❆
ELVIS CANTABA UNA SERENATA HORTERA
Elvis cantaba una serenata hortera
contoneando la cabeza como si fuera tonto
en una isla tropical de mentira
rodeado de chicas alucinadas con plis en el pelo
y bikinis de monja carmelita.
Tan desagradable cono un tuno
borracho de tinto barato de brick
y empezando a engordar,
drogado hasta las cejas,
Elvis cantaba baladas bajo palmeras postizas
aparentando ser un pescador de perlas
o un cazador de tiburones.
Las chicas con bikinis de monja y pelos cardados
que no se movían ni con un tifón tropical
oscilaban el culo forrado de rayón
y movían los hombros coppertone,
sonriendo bobas y felices
como sólo puede serlo una chica con plis en el pelo
y bikini de rayón estampado
meneando el culo sobre una barca de papel maché.
Elvis cantaba con su guitarra
canciones de cuna para chicas borrachas de coppertone
con la esperanza de que alguna cayera sin bikini
al fondo de la barca
y se produjera
un sexo que debía estallar como una tormenta tropical,
aunque al principio sólo hubiera
el sabor del coppertone en los pezones
y al final sólo quedaran
las astillas clavadas en las rodillas de la chica.
Recordáis, veíamos esas películas de Elvis
haciendo de pescador de ostras en islas tropicales
donde los negros hablaban raro
y los blancos iban todos bien peinados,
donde la gente al anochecer siempre bailaba
entre palmeras en maceta
y era feliz estúpidamente
como sólo se puede ser
feliz estúpidamente
cuando se rodea uno de palmeras, coppertone,
rayón y bikinis de monja
y de Elvis engordando y con el tupé medio caído ya.
Recordáis, eran en blanco y negro,
y el tupé de Elvis parecía de cartón pintado,
y los bikinis de monja era horribles,
y a Elvis le ponían una camiseta infame
de modelo de anuncio de Gaultier
y un pañuelo de lobo de mar en el cuello
mientras cantaba al sol con su guitarra
(sin sudar)
mirando a las chicas coppertone contonearse
bobas y felices,
como si pudiera follárselas a todas a la vez
y ellas se lo creyeran.
Pobre Elvis.
Pero a veces cantaba algo realmente bueno
donde aparecía el de siempre,
el chaval de Memphis que rocanroleaba como nadie
y meneaba las caderas, de verdad, las meneaba
como si se las follara a todas a la vez.
Y entonces desaparecían la rutina, los bikinis,
el plis del pelo y el telefunken de mi casa
y sólo quedaban las caderas de Elvis,
sus brazos abiertos como un Cristo cuando bailaba
y su mirada de chico malo de barrio
que sabía que podría follárselas a todas si quisiera
con sólo un meneo de aquellas caderas
hipnóticas
convertidas en talismán rezumante de sexo
con sabor a bourbon con soda.
Pon
Madrid, España
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