Muchas gracias a todos los que nos han enviado sus poemas con las palabras prestadas por Jesús Ortega. Te animamos a que sigas participando en la vigésima novena edición que empieza el viernes 22 de febrero del año 2013.
Premio al mejor poema seleccionado por la editorial Cuadernos del Vigía. Enhorabuena a Julián Rondón-Carvajal quién recibirá un libro de la editorial.
A continuación publicamos los poemas escritos a partir de las palabras prestadas:
lúnula, arrebol, resfriado, morir y música.
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Cenizas
Lúnulas
de tierra húmeda,
hechas campo combatiente
entre las fronteras
del hombre desigual.
Arreboles
tiñen el resfriado del día,
que finge morir
entre sondeos de música
y vendaval.
Tiembla el planeta.
Son las mismas
manos de labriego,
hechas cenizas
por el fuego cruzado
entre azadón y cultivo.
❆ ❆ ❆
La fe y las lúnulas
Creí verte morir entre tus lúnulas,
extenuado, acumulando palidez
tras la sangre de lo humano, hundidas
las manos en aquel macetero,
salieron sucias músicas
y te habías resfriado,
pero cuando el viejo arrebol
inundaba ya cada terco estornudo,
excavaste y sentiste:
"hay una parte anónima
que ignora el resto del epitelio,
el resto del sufrimiento, nuestro vacío"
Y está
cubierta
por uñas...
Lidia Fernández
Madrid, España
❆ ❆ ❆
CALMA
Trajo la música tu último beso
suspendido en arenas y salinas.
Desnudez en mi piel, que blanca, espera
el arrebol cereza de tu abrazo.
Y si morir es no tenerte cerca,
vigílame las lúnulas moradas,
que en resfriado y tembleques andan prestas,
no quieren sucumbir al mal presagio...
Si acaso te percatas que en sal vuelva
el abrazo a sazonarme en tus ganas,
cierra puertas, balcones y despensas
que el aire no se mueva, que sea calma,
pura calma salada, de amor calma.
❆ ❆ ❆
Bolero
(recítese con el acompañamiento de fondo de “Lonlon”, de Angelique Kidjo)
Es música repetida,
recurrente como otro resfriado
de final de enero,
como ese arrebol que te asalta
cada vez que –¡adolescente!-
gira la mirada
y te mira
el objeto de tu deseo.
Es comerse las uñas hasta la lúnula
y dejar como un muñón inútil, en carne viva
el dedo.
Es igual que…
-¡eso!-
morir de nuevo.
Gabriel Merino
Madrid, España
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Libélula de lúnula
Al caer la noche, cuando el cielo se convierte en el resultado de difuminar grafito en el papel, cuando las estrellas se levantan y se muestran radiantes contoneando su figura, es entonces cuando se escucha la música. Son canciones sin letra, sin notas. Canciones que muy pocos escuchan.
Son sus alas. Son las libélulas, que las agitan con fuerza para acercarse a una diminuta lúnula. Ellas son las que buscan los caminos de luz, atraídas por el fulgor de la más exquisita dama de la noche.
Sin caer, las muy tontas, en ese brillo arrebolado, incandescente. Y así mueren las trémulas libélulas al querer tocar una bombilla ardiente en la oscuridad.
No es sino el hecho de que la luz las hipnotiza, las atonta, las atrae. Y las pobres señoritas embotadas como presas de amor o de un simple resfriado, caen en las garras de la luna, que las asesina de dulce forma: acunándolas hasta que caen rendidas y achicharradas a sus pies.
Aurora Merino
Madrid, España
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TERRITORIO POLAR
Te pedí una aurora boreal y tú me trajiste un imán para pegar en la nevera de la cocina. Menudo chasco. Pensé que era como para morirse de risa que después de recorrer toda Laponia te presentaras con aquella figurita extraña.
Aun así, la pegué en la puerta del congelador tal como tú me pediste. Esperé, y no ocurría nada. El imán representaba un pequeño vikingo que me miraba con su nariz colorada. Era como si alguien le hubiese pintado con un resfriado eterno, pasando frío por Noruega envuelto en pieles que no tapan.
Según transcurrían los días comencé a cogerle cariño. Cuando miraba sus ojos redondos era a ti a quien veía. De alguna extraña manera sentí que todo se transfiguraba. Los objetos tomaban vida propia, las barreras de la realidad se desdibujaban…
Poco a poco, mi congelador se ha ido transformando. Su interior es ahora un territorio inexplorado que abarca toda una estepa imaginaria. De sus paredes heladas se desprenden músicas ancestrales con ecos de supervivencia. En el suelo se dibujan los senderos que tu trineo va marcando en la nieve virgen. Hay lúnulas de escarcha en tus pestañas.
Por las noches mil tormentas boreales se desatan en su cielo, entre arreboles de luces verdes, rojas y moradas. Yo no sé si todo esto se lo debo al poder del imán o al de mi imaginación. Tampoco me importa. Tengo mi aurora boreal en casa.
Mónica Burkholz Romero
Madrid, España
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cómo escribir sobre la muerte
ahora que lastima mis sentidos,
ahora que la tengo tan presente
ahora que no escucho tu música
ahora que te has ido
en el final, te di la mano
tú lúnula sobre la mía,
tus ojos cerrados.
el arrebol de mis mejillas
no ocultaba mi fiebre,
mi resfriado, mis ganas de tenerte
no ocultaba de ninguna manera
esa gran pena
ésta, aquella, la de más allá
mi gran tristeza.
(a Eddy, mi siempre gran amigo)
❆ ❆ ❆
Lúnula del desierto
Lúnula del desierto, tormenta de pasiones, estimado collar que un día
adornaste su cuello.
Cada vez veo más lejos al amor,
soy peregrino en busca de su
música,
pero fracaso tras fracaso,
he decidido no volver a amar
jamás.
Lúnula del desierto, resfriado lunar,
arrebol del cielo,
en su rostro fijo mi desengaño
hasta morir.
Lúnula, collar malherido,
cuando me miro en su espejo
sus lágrimas empañan mi angustia
donde quiero vivir y acostumbrarme;
inútil es
el oasis
que creísteis encontrarme en la historia
de este faraón.
Rosa María Martín Fernández
Palma de Mallorca, Islas Baleares
❆ ❆ ❆
En mi pantalla brilla un sol
eternamente oblicuo
una tarde que nunca atardece
unas nubes en perpetuo arrebol
Quisiera arrancarle a mi teclado
música de piano
nocturnos para gatos que maúllan
sonatas para insomnes alunados
pero sólo soy un poeta desdichado
bien vestido, bien alimentado
un poeta que teme la intemperie
que se pierde la lúnula creciente
por miedo a morir de un resfriado.
Xisca Minart
Palma de Mallorca
❆ ❆ ❆
Lúnula
Acercó la mecedora al ventanal. Nada que hacer. Consumir el tiempo deslizando la mirada entre las grúas del puerto. Adormecerse con la cadencia del baile sin música de los gigantes. Gastar pañuelos en un perpetuo resfriado.
Cerro los ojos y bailó otro baile. En otro tiempo. Junto a otros ojos. Acarició tiernamente con sus yemas las lúnulas oscuras que se le formaban debajo. Más pronunciadas día a día. La dibujó de nuevo en su memoria. Dibujo otra mujer, radiante y joven. Iluminó el arrebol de sus mejillas cual verano.
"Siempre a tu lado, morir nunca". Ella se adelantó.¡Maldito cáncer!
Pilar de la Peña Zarzuelo
Madrid, España
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Sigo aprendiendo a morir con tu belleza ...
Si mimetizas tu pelo y el arrebol de tus labios,
en un campo de amapolas de febriles tocados
en primavera
Si en tus ojos el mar y tu piel se hace arena,
con colores cobrizos por los vientos yodados
en el verano
Si la música de tu risa me busca al caer la tarde,
corriendo entre los trigales recién segados
en el otoño
Si tus pálidas lúnulas acarician mi pecho,
como cálidos copos que sanan mis resfriados
en el invierno
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Luna
Lúnula en mi
dedo
pero visible y
fragante
me lleva
a lo astral
donde llueven
destellos
de fuego
que entran
en mi ser
para morir
y renacer
con su música
celestial
e danzando
con los árboles
en la atmósfera
me resfrió
llevándome
a la dimensión
de un cuadro
en el cielo
donde me quedo
dormida
en una nube con
el sol resplandeciente
por el arrebol creciente.
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